Juan 8:12

Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Juan 8:12

Al final de un ayuno de 40 días, cuando Jesús estaba débil y hambriento, Satanás lo llevó rápidamente a la cima de una montaña alta donde los reinos del mundo se extendían ante Él en su gloria. “Todo esto te daré”, prometió, “si postrándote me adoras” (Mateo 4:9).

Satanás poseía esa habilidad. Cuando el primer ángel de luz fue arrojado del cielo, se convirtió en el príncipe de las tinieblas, el gobernante de este mundo. Donde existe oscuridad espiritual, Satanás tiene autoridad. Jesús, la Luz del mundo, resistió la tentación y lo despidió con la Palabra de Dios resonando en sus oídos.

Para los que confiamos en Él, Él nos llena de esa misma luz de vida. Él nos manda a hacer brillar esta luz ante los demás, para que puedan ver nuestras buenas obras y glorificar a nuestro Padre celestial. Somos como una ciudad asentada sobre un monte resplandeciente de luz; no podemos esconder este glorioso tesoro dentro.

¡Dejemos de quejarnos de la oscuridad y encendamos la luz! Habla la Palabra de Dios para derribar barreras y romper grilletes. El príncipe de las tinieblas debe huir cuando la luz de la vida brota de la boca del creyente. ¡Ese es el poder que poseemos!

Bendición de hoy

Antiguo Pacto

Isaías 3:1-5:30

Nuevo Pacto

2 Corintios 11:1-15

Salmos y Proverbios

Salmos 53:1-54:7

Proverbios 23:1-3