Colosenses 3:13

Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Colosenses 3:13

Si quieres ser como Jesús, entonces perdona.
La Biblia nos dice que debemos “soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” ( Colosenses 3:13).
Jesús modeló esto tan bellamente para nosotros cuando colgó de la cruz del Calvario. Le habían abierto la espalda con un látigo romano, le habían puesto una corona de espinas alrededor de la cabeza y le habían clavado púas en las manos y los pies.
Pero las primeras palabras que pronunció desde la cruz fueron estas: “ Jesús dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen»[a]. Y los soldados sortearon su ropa, tirando los dados” ( Lucas 23:34 NTV). Esas palabras fueron tan poderosas en su efecto que uno de los criminales que fue crucificado junto a Él creyó en el mismo lugar.
El evangelio de Mateo nos dice que inicialmente ambos criminales se unieron al coro de burlas. Algunos de los que estaban al pie de la cruz ese día decían: “«¡Pero mírate ahora!—le gritaban—. Dijiste que ibas a destruir el templo y a reconstruirlo en tres días. Muy bien, si eres el Hijo de Dios, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz».”. ( Mateo 27:40 NTV)
Pero cuando Jesús le pidió al Padre que los perdonara, uno de esos ladrones volvió en sí y dijo: “
Luego dijo:
—Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.” ( Lucas 23:42 NTV).
Jesús le dijo: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso” (versículo 43 NTV).
El joven Esteban, el primer mártir de la iglesia primitiva, emuló el ejemplo de su Señor. Mientras los furiosos líderes judíos lo condenaban a muerte por su audaz proclamación del evangelio, Esteban clamó: “¡Señor, no les culpes de este pecado!”. ( Hechos 7:60 NTV).
Y ese increíble testimonio finalmente ayudó a lograr la conversión del notorio Saulo de Tarso, más tarde conocido como el apóstol Pablo.
Nunca eres más como Dios que cuando perdonas.

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