Cómo la cruz impacta la muerte

Debido a la cruz, la muerte para los creyentes es solo la puerta al cielo.
La mayoría de las personas prefieren enfocarse en vivir, pero la muerte es una realidad que todos debemos enfrentar. La Escritura dice: “Cuando Adán pecó, el pecado entró en el mundo. El pecado de Adán trajo la muerte, así que la muerte se extendió a todos, porque todos pecaron” (Rom. 5:12 NTV). En el jardín del Edén, Adán —junto con Eva— quebrantó el único mandamiento que Dios les había dado: “Pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comas de él, ciertamente morirás” ( Génesis 2:17 NVI). La desobediencia rompió su intimidad con Dios y trajo la muerte física a la humanidad.

Por el pecado, pues, nuestros cuerpos son mortales (Romanos 6:23 ), y no hay escapatoria a menos que Jesús regrese mientras estemos vivos. Como descendientes de Adán, nacemos “muertos en [nuestras] ofensas y pecados” (Efesios 2:1 ), y permanecemos espiritualmente muertos a menos que nos unamos a Dios por medio de la fe en Cristo (1 Corintios 15:22 ). Al recibir al Salvador, somos reconciliados con nuestro Padre celestial y garantizamos la vida eterna con Él ( Juan 3:15 ). Cuán agradecidos debemos estar de que Jesús dio Su vida para liberarnos de nuestro miedo a la muerte (Hebreos 2:15 ).
Así que aunque nuestros cuerpos mueran, tenemos esperanza a causa de la vida eterna que se nos promete en el cielo. La cruz transformó la muerte de un callejón sin salida a una puerta de entrada a la presencia de Jesús.

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