Mateo 6:34

34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal. Mateo 6:34
Deja de preocuparte y comienza a orar
La preocupación puede arruinar tu día. Puede arruinar tu semana. Puede arruinar tu mes. En realidad, la preocupación puede arruinar tu vida.
La raíz de la palabra "preocupación" significa "ahogar" o "estrangular". Cuando mis nietos eran mucho más pequeños, les gustaba venir y estrangularme por detrás. Pensaron que era lindo y divertido, y estaba bien porque eran pequeños. No me estaban haciendo daño. La preocupación, sin embargo, nos hace daño. Nos ahoga. Es por eso que debemos dejar de preocuparnos y comenzar a orar.
Me doy cuenta de que todos tenemos cosas en la vida por las que preocuparnos, pero recuerdo las palabras del apóstol Pablo: “No os preocupéis por nada; en cambio, oren por todo. Dile a Dios lo que necesitas, y agradécele por todo lo que ha hecho. Entonces experimentarás la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. Su paz guardará sus corazones y mentes mientras viven en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6–7 NTV).
Cuando te preocupas por el futuro, te paralizas en el presente. La preocupación no vacía el mañana de su pena; se vacía hoy de su fuerza. Incluso cuando las cosas van bien, empezamos a preocuparnos de que algo vaya a salir mal, ¿no es así? Jesús dijo: “Así que no os preocupéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. El problema de hoy es suficiente por hoy” (Mateo 6:34 NTV).
Convertir la preocupación en oración es un reflejo condicionado. Es algo que aprendemos a hacer. Por el contrario, un reflejo natural es algo que hacemos automáticamente. Por ejemplo, si accidentalmente toca algo caliente, inmediatamente retira la mano. Eso es un reflejo natural. Nadie tiene que enseñarte a hacer eso.
Necesitamos desarrollar el reflejo condicionado de convertir la preocupación en oración. Cuando la preocupación se apodere de ti, cuando llegue el pánico, detente y ora de inmediato. Recuerda, Dios tiene el control de tu vida. Como cristianos, no creemos en el destino; creemos en la fe.
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